Guanacaste produce casi 40% de electricidad nacional   

Guanacaste se ha convertido en el corazón de la generación renovable del país. Desde sus tierras y tomando como punto de partida el inicio la década de 1990, ha salido el 38,22% de la electricidad costarricense, toda proveniente de las cinco fuentes renovables de la matriz nacional: agua, geotermia, viento, biomasa y sol.

En estructuras en que participan tanto el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) como el sector privado y una cooperativa, Guanacaste tiene 27 plantas que entregan energía al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) y son esenciales para asegurar el abastecimiento nacional.

El Complejo ARDESA –que incluye las plantas Arenal, Dengo y Sandillal– es el núcleo del SEN. Fue un proyecto visionario, iniciado en los 70 y que incluye canales de riego para la provincia. Estas tres hidroeléctricas, que trabajan en cascada con el agua proveniente del lago Arenal, aportan cerca del 20% del consumo eléctrico anual de Costa Rica.

En 1994, con un sólido componente sostenible, la geotermia fue integrada como la segunda fuente renovable a la matriz nacional. Tras más de 20 años de estudios en el cantón de Bagaces –en el anteriormente conocido Campo Geotérmico Miravalles y hoy llamado Alfredo Mainieri Protti–. Fue en ese año que se inauguró la planta Geotérmica Miravalles I, de 55 megavatios de capacidad instalada.

De la mano de este recurso, se apostó por convertir pastizales en bosques secundarios. Junto al segundo campo geotérmico del país –Las Pailas– hoy se protegen y se han recuperado 1.869 hectáreas de bosque, devolviendo especies de flora y fauna casi desaparecidas por la ganadería y la maderería.

En Guanacaste se instaló la primera planta eólica de Latinoamérica en 1996, que fue el punto de partida para que el país se convierta en uno de los líderes mundiales en participación de esta fuente en su matriz de generación eléctrica. En la actualidad, incluso supera el promedio de los países de la Unión Europea.

De igual manera, en esta provincia se instaló en 2012 la primera planta de generación eléctrica fotovoltaica del istmo centroamericano: la Solar Miravalles. Y desde mediados de los 90, los ingenios Taboga y El Viejo suman electricidad al SEN durante el período de zafra.