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Tendencia

Por qué no deberías tocar la panza de una embarazada

La importancia de reflexionar sobre los límites y el respeto hacia el cuerpo del otro (sobre todo, durante la gestación).

Redacción Multimedios Internacional /
“Cuando un amigo de mi compañero se enteró que estaba embarazada, apenas me vio, se me acercó desde atrás y fue directamente a tocarme la panza. Entre el susto y la sorpresa, yo salté, como sin entender qué sucedía. ¿Qué les pasa?, ¿por qué pareciera que el embarazo te deshumaniza al punto de venir a acariciar una parte de tu cuerpo sin siquiera preguntar?”.

Las palabras de Valeria se dan a poco de sus tres meses de embarazo. A los 34 años será madre por primera vez y así debutó en el mundo de la caricia incómoda, esa que reciben los cuerpos gestantes sin pedirla, desearla y, muchas veces, también sin poder rechazarla.

La panza en crecimiento parece ser una suerte de propiedad comunitaria. Cercanos y desconocidos se atribuyen la potestad de palpar un cuerpo ajeno incluso sin detenerse a pensar si hay o no consentimiento para ello.

Algunas madres lo viven como una intrusión y otras, como un gesto de cariño. En cualquier caso, es tiempo de recapacitar sobre este tipo de actitudes.

“El cuerpo de la persona embarazada es un espacio privado”
“El cuerpo de la persona embarazada es un espacio privado. ¿Qué nos hace creer que podemos tocarle la panza como si fuera algo de libre acceso?, ¿por qué razón es de uso común invadir un espacio tan íntimo como el cuerpo de otra persona e incluso plagarla de comentarios, consejos u opiniones que no nos solicitan?”, se preguntó Daniela Gastaldi, especialista en psicología perinatal, docente universitaria y directora de Psicología Perinatal Argentina (en Instagram, @psicologiaperinatal.arg).


La actitud invasiva para con los cuerpos gestantes atraviesa cuestiones culturales y paradigmas ya instalados. A veces la espontaneidad e incluso las buenas intenciones no dejan lugar a la reflexión y, en ese marco, se traspasa el tan necesario límite sobre el respeto hacia el cuerpo del otro.

En ese sentido, la profesional explicó que “como sociedad tenemos que comprender que la embarazada es una persona: no es un cuerpo ni una panza, sino una persona que siente, piensa y merece respeto”.

Según María Agustina Capurro, psicóloga clínica con orientación perinatal y reproductiva (en Instagram, @psiagustinacapurro), “es interesante cómo en general el acercamiento a la panza se representa como tocar al bebé y/o la ternura que pueda despertar esa idea, aunque lo que se toca es el cuerpo de la mujer”. Y enfatizó: “Eso no debería suceder nunca sin su consentimiento”.

La especialista explicó que “socialmente se representa al embarazo como un momento de felicidad plena, de vitalidad y donde todo es gozoso. El cuento de la 'dulce espera' está muy arraigado y, si bien hay embarazos que se viven de esa forma, también hay ambivalencias, incomodidades y contextos familiares, vinculares y en relación al propio cuerpo que forman parte de este momento”.


La incomodidad del “no”

Rechazar esa caricia puede resultar tan difícil e incómodo como aceptarla. Sin embargo, el conocido lema “mi cuerpo, mi decisión” y la desromantización de la maternidad también abarcan estas cuestiones.

Lucía caminaba por la calle cuando otra mujer, de imprevisto y sin mediar palabra, acarició su panza. Su rostro se transformó y no hubo sonrisa para ese toque que describió como “violento”. Al rememorar ese episodio la joven contó que si bien el mismo sirve a modo de ejemplo, las manos extrañas moviéndose sobre su panza fueron una práctica común durante todo su embarazo.

En ese entonces, sostuvo, no estaba “lo suficientemente empoderada” como para oponerse a esas caricias. Hoy, aclaró, no podría aceptarlo de ningún modo.

Gastaldi destacó que “toda persona embarazada debe saber que tiene derecho a no ser invadida en su intimidad, en ningún entorno ni contexto, que puede negarse a ser tocada por desconocidos y que no tiene por qué responder a comentarios que le resulten innecesarios, molestos o inoportunos”.

En la misma línea, Capurro aclaró que si bien la negativa a este tipo de acercamientos generará distintas reacciones, siempre “el respeto por los límites del cuerpo del otro es el principal argumento”. “Seguramente habrá personas y ámbitos donde será mas fácil y también, mejor recibido”, agregó.

Por último, mencionó que “aunque la embarazada se toque su propia panza hay que tener presente que este es un momento de muchos cambios y que preguntar es cuidadoso y respetuoso de la persona, su momento y su historia”.


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